viernes, 30 de junio de 2017

Hermandades extinguidas de la Semana Santa de Sevilla

Más de una vez nos hemos preguntado cuando hemos paseado por las naves de un templo de la capital hispalense quién era aquella imagen que se encontraba olvidada en uno de los retablos y cuál era su historia. Han sido muchas las corporaciones surgidas hace siglos para cumplir el rito de realizar la Estación de Penitencia a la Santa Iglesia Catedral, y muchas de ellas por problemas económicos, políticos o internos llegaron a desaparecer. Muchos desconocen su valor artístico y la devoción que llegaron a tener; incluso muchas de estas tallas siguen recibiendo culto hoy día, sin que casi nadie conozca su verdadera historia.


Antigua y Siete Dolores

La cofradía de Nuestra Señora de la Antigua se funda en el año 1546, fruto del fervor hacia la imagen mural de igual advocación que preside una de las capillas catedralicias. Pero sería en el año 1597 cuando se erija como cofradía de penitencia al fusionarse con la de los Dolores de la Virgen. 

Más conocida como Cofradía de Ntro Padre Jesús Nazareno y Ntra Sra de la Antigua, Siete Dolores y Compasión, realizaba estación de penitencia la tarde del Jueves Santo, y daba culto a la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno (atribuido a Francisco de Ocampo - s.XVII) que reside actualmente en la Parroquia de San Nicolás, donde es titular de la Hermandad de la Candelaria bajo la advocación de la Salud. También daba culto a la imagen de Nuestra Señora de la Antigua y Siete Dolores (atribuida a Andrés de Ocampo - s.XVII) que se encuentra en la Real Parroquia de Santa María Magdalena.

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Virgen de la Antigua y Siete Dolores. Jesusario
Se trataba de una de las cofradías más prestigiosas y relevantes de nuestra ciudad, debido a estar compuesta por numerosos hermanos destacados e ilustres de la sociedad sevillana y española, así como de monarcas como Felipe II. La Virgen de la Antigua era el máximo exponente de devoción para los sevillanos de la época.

La cofradía entró en decadencia en el siglo XVIII, siendo su última estación de penitencia en 1766, hasta su definitiva extinción en el siglo XIX. Cabe destacar que la Virgen de la Antigua llegó a procesionar en el siglo XX a los pies del Cristo de las Misericordias de Santa Cruz. 

Hablamos de una cofradía de un enorme valor histórico, artístico y sobre todo devocional, que dejó un gran legado para su recuerdo como son sus titulares, su capilla, hoy propiedad de la Hermandad de Montserrat; y las bambalinas de su palio, que hoy luce la Virgen del Valle.





El Despedimiento

La cofradía del Despedimiento fue fruto de la fusión entre la Hermandad de las Virtudes, fundada en 1565 en el Convento de San Agustín que posteriormente pasaría a San Isidoro, y la Hermandad del Despedimiento, que ya residía en dicho templo.

Virgen de la Angustia (Los Estudiantes). Fotografía Cofradiera
Realizaba su estación de penitencia la tarde del Miércoles Santo con el misterio que representaba el Despedimiento de Jesús a su Santísima Madre antes de ir a padecer, formado por las imágenes del Señor, la Virgen, San Juan, San Pedro y Santiago, y las tres Marías. Tras este misterio procesionaba la imagen del crucificado de las Virtudes, una imagen de anatomía muy esquemática pero que adquirió una gran devoción. En el año 1815, se fusiona con la Hermandad del Dulce Nombre de María, advocación de cuya dolorosa (obra de Juan de Astorga), que también saldría en procesión.

Pero en 1818 los vendedores de pescado dejan de pagar el impuesto del pescado que obtenía la Hermandad por ser ese su gremio. La Hermandad deja de procesionar y se ve obligada a vender su patrimonio, culminando con la dispersión de la cofradía.

El misterio del Despedimiento se perdió, la imagen del crucificado de las Virtudes se encuentra hoy en la Parroquia del Buen Pastor del barrio de Padre Pío, y la imagen de la Virgen del Dulce Nombre fue adquirida por la Hermandad de los Estudiantes en 1942, siendo hoy su titular bajo la advocación de Angustia.





Santo Crucifijo de San Agustín

El Cristo de San Agustín fue una de las principales devociones de Sevilla durante más de 500 años. No hay certeza del origen de su devoción en la ciudad, pero se tiene constancia de su existencia en el año 1310, antes de la fundación de las primeras cofradías.

El Santo Crucifijo es una obra anónima de estilo gótico, con cabello natural y paño de pureza de tela. Esta imagen gozo de una amplia devoción en toda la ciudad hispalense debido a los numerosos milagros que ejecutó: libró a la ciudad de sequía, consecuencia de las guerras, epidemias; por lo que procesionaba numerosas veces tanto a la Catedral como a la Cruz del Campo. Destaca que cada 2 de Julio, desde 1649, el Ayuntamiento de Sevilla renueva su voto de Acción de Gracias por haber librado a la ciudad de la peste más atroz que padeció, que le costó la vida a un tercio de la población. También daba culto a una dolorosa, bajo la advocación de Gracia, obra de Blas Molner (s.XVIII).

Recibió culto en el Convento de San Agustín, junto al Humilladero de la Cruz del Campo, del que estuvo en constante exilio desde la invasión napoleónica en 1810, hasta la expulsión de los monjes a causa de la desamortización, por lo que las imágenes fueron llevadas definitivamente a la Parroquia de San Roque.
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Primitivo Crucifijo de San Agustín. Archivo de Hermandad
Procesionó de diversas formas: solo, con la Magdalena a sus pies, con la Virgen y San Juan. Lo hacía la tarde del Miércoles Santo, en 1826 acompañados de una centuria, y desde finales del XIX con la Virgen a sus pies. La corporación se encontraba en decadencia. La dolorosa pasó a ser titular de la recién erigida Hermandad de San Roque (1901), y se decidió salir cada diez años, siendo la última procesión en 1926.

El 18 de Julio de 1936, el Santo Crucifijo y la imagen de la Virgen de Gracia, así como el Nazareno de San Roque perecieron en el incendio provocado en la Parroquia de San Roque. La actual imagen es una réplica del primitivo Cristo de San Agustín, realizada por Agustín Sánchez Cid (1944). La actual dolorosa fue tallada por Sebastián Santos Rojas (1938) para sustituir a la perdida. Hoy, desde 1990, el Santo Crucifijo de San Agustín es titular de la Hermandad de San Roque, y sigue recibiendo culto junto a los demás titulares de la corporación, aunque no procesiona.





El Sagrado Lavatorio

La cofradía del Sagrado Lavatorio se funda en 1599 en la Parroquia de San Esteban en torno a la advocación de la Virgen del Pópulo, y posteriormente se traslada a Santa María la Blanca, donde adquiere al resto de sus titulares: el Cristo del Mandato y el Sagrado Lavatorio, éste último hoy desaparecido.

Realizaba estación de penitencia la tarde del Jueves Santo con el misterio que representaba el pasaje del lavatorio de Jesús a los apóstoles en la Última Cena, hoy desaparecido. Tras este, el Crucificado del Mandato y posteriormente la Virgen del Pópulo. Se unió a la Quinta Angustia en 1623, pero luego se separó. En 1662 sale por última vez, entrando en decadencia, sofocada por su fusión con la Sacramental del templo, lo que hizo que la cofradía olvidase su carácter penitencial. Esta corporación no está extinguida sino inactiva, ya que el culto sacramental no cesó hasta mediados del siglo XX.

El Crucificado del Mandato es obra de Diego García de Santa Ana, realizado en pasta de madera en 1599. La Virgen del Pópulo es anónima, atribuida a Pedro Nieto (s.XVII). La imagen de San Juan (obra anónima) se pensaba que era el antiguo Cristo del Lavatorio trasformado, pero documentos atestiguan que la corporación pagó 133 reales por "la cabeza, manos y vestiduras de San Juan". Las tres imágenes reciben culto hoy día en la capilla Sacramental de Santa María la Blanca.

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Titulares del Sagrado Lavatorio. Leyendas de Sevilla
Socorro y Buen Viaje

Se trata de la fusión de tres corporaciones: Tentación de Cristo, Socorro y Buen Viaje.

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Crucificado del Socorro. Leyendas de Sevilla
La cofradía trianera del Buen Viaje se funda en 1596 en la Real Parroquia de Santa Ana, a la que escasos años después se fusionaría la del Socorro. La fundación de esta corporación se debe al gremio de los mareantes. Las advocaciones de sus titulares se deben a las plegarias de estos hombres. Realizaba estación de penitencia en la tarde del Miércoles Santo con los pasos del Crucificado del Socorro y la Virgen del Buen Viaje bajo palio.

Por su parte, existía otra cofradía: la de la Tentación de Cristo en el Desierto y Nuestra Señora de los Peligros. A mediados del XVII se fusiona con la Hermandad del Socorro y Buen Viaje y es cuando se inicia el periodo de decadencia de la corporación provocando serios problemas internos. La cofradía se traslada al Palacio de San Telmo y allí se extingue a principios del siglo XVIII.

La imagen del Cristo del Socorro está atribuida a Andrés de Ocampo hacia 1620, mientras que la imagen de la Virgen del Buen Viaje es una talla anónima de principios del siglo XVII. Ambas imágenes se encuentran en la Real Parroquia de Santa Ana, mientras que de las imágenes de la corporación de la Tentación de Cristo no tenemos datos ni paradero alguno.




Ecce Homo

Esta Hermandad fue fundada en la segunda mitad del siglo XVI en el antiguo barrio de San Sebastián, que se encontraba en Triana, hoy día inexistente. Residía en la capilla del Hospital de los Santos Mártires, realizando estación de penitencia a la Parroquia de Santa Ana la tarde del Jueves Santo con dos pasos: el del Ecce Homo, y el de una Dolorosa con advocación del Camino.

Virgen del Camino. F.J. Bautista - Cofradías Sevilla
A finales del siglo XVIII la corporación se ve muy afectada por la crisis, provocando el cierre del Hospital y que estuviera en constantes traslados. Pasó por el Convento de los Remedios y por la Parroquia de Santa Ana. La Virgen del Camino, dolorosa del siglo XVIII, de rodillas y con las manos entrelazadas, conformó uno de los mayores focos de devoción de nuestra ciudad en aquella época.

Finalmente, la imagen de la Virgen del Camino acabó en la Parroquia de San Nicolás donde sigue hoy día, mientras que de la imagen del Señor del Ecce Homo se desconocen datos y paradero. Sin embargo una leyenda dice que esa imagen es el Señor de la Salud y Buen Viaje de San Esteban, que acabó en la Parroquia de San Ildefonso, y que allí pasó a formar parte de la Cofradía de los Mulatos, originaria de la actual Hermandad del Calvario, pasando finalmente a San Esteban. Aún así, no hay constancia de ello en ningún documento.





Sed de Cristo

Esta cofradía se funda en el siglo XVIII, pasando desde su estancia en Triana desde 1775 hasta 1804, trasladándose posteriormente en San Juan de la Palma. Dio culto como titulares a un Crucificado con la advocación de la Sed de Cristo y a una Dolorosa con la de Maravillas, llegando a sacar varios pasos.

Primitiva Virgen de las Maravillas. Archivo Hdad. de la Amargura
Más tarde se ejecutó la imagen letífica de la Virgen de las Maravillas, un grupo escultórico de talla completa formado por la Virgen, Jesús y San Juan Bautista, atribuida a Benito Hita del Castillo hacia 1738. Esta imagen adquirió una devoción popular increíble entre los sevillanos, que llegó a procesionar algunos años en el Corpus.

No llegamos a encontrar datos sobre la extinción de la cofradía. De la talla del Crucificado y de la Dolorosa, se desconocen su paradero. Sin embargo, conocemos el doloroso final de la devoción principal de esta corporación. La imagen letífica de la Virgen de las Maravillas fue perdida en el incendio de San Juan de la Palma de 1936, cayendo una devoción tan grande en el olvido.

A pesar de ello, su advocación fue recuperada por la Hermandad del Carmen Doloroso, quién ejecutó una nueva imagen en 2014, muy similar a la perdida, que hoy día es su titular y recibe culto en Omnium Sanctorum. Por su parte, la Semana Santa de Sevilla recuperó la advocación de la Sed gracias a la Hermandad del barrio de Nervión.





Buena Muerte
Primitivo Crucificado de la Buena Muerte. Archivo

La Hermandad de la Buena Muerte se funda por un grupo de jóvenes en el año 1881 en la Parroquia de Omnium Sanctorum, donde ya se encontraban las imágenes titulares. Sin embargo, estas procedían de la antigua Capilla de la Soledad, en la calle Linos, al arruinarse el edificio.

Hablamos de la imagen de un Crucificado medieval, realizado en el siglo XIV, de estilo gótico. que presenta de una anatomía muy esquematizada propia de la época. Presenta cierta similitud al antiguo Cristo de San Agustín de la Hermandad de San Roque.

Aquel ímpetu con el que comenzó la cofradía, se fue consumiendo hasta caer en el olvido. Se tenía prevista la salida procesional la tarde del Miércoles Santo. Sin embargo, nunca llegó a procesionar. Se le puede poner fin a su historia con la pérdida irreparable de sus imágenes en el incendio del 18 de julio de 1936 que destruyó el templo de Omnium Sanctorum.





Llegaron a existir otras Hermandades de las que no hemos podido recopilar muchos datos como son la Sagrada Entrada en Jerusalén de Triana, así como las de Pasión y Muerte y la corporación del Desconsuelo, también trianeras, entre otras. Se desconocen datos y paradero de sus imágenes, pero sí que de estas dos últimas, sus advocaciones se han recuperado gracias a la actual Hermandad de Pasión y Muerte. Son algunas de las Hermandades extinguidas que han formado parte de la historia de nuestra Semana Santa.


Pablo Rodríguez

Bibliografía
-José Bermejo. Glorias Religiosas de Sevilla. 1882
-Arte Sacro/Conocer Sevilla
-La Hornacina


viernes, 2 de junio de 2017

No rompamos este amor

El otro día recordé lo que vi hace unos meses y decidí contarlo. Me acuerdo de aquel jovencito (échale unos diez años) que se dirigía a la capilla mientras que yo paseaba por la calle Temprado. Me llamó la atención la brillantez de sus ojos. Transmitían preocupación, responsabilidad, alivio y fuerza; todo a la vez. Fascinado, decidí entrar en la capilla tras él. A la luz de un par de velas, encontré al chico arrodillado ante una imagen de la Virgen, que por lo que me dijeron más tarde tenía culto en México y Extremadura. Ésta era de una belleza espectacular. En fin, que una vez que el chico se levantó, dejó una rosa a sus pies. Cuando él se marchó yo me acerqué a ver la rosa, que tenía una nota atada. Ésta decía (con letra infantil): "Dale un beso al abuelo". En ese momento se me vino a la cabeza todo un mensaje de emoción y sentimiento.

Pero fue una sorpresa para mi que no fuera a ver algo así por primera vez. Hace poco me acerqué a un besapiés que había en San Ildefonso y me llamó la atención los besos acompañados de lágrimas. Intento entrar en la mente de cada una de esas personas y visualizar lo que se les pasa por la cabeza, qué recuerdan y qué sienten. Estas personas están llenas de amor y de agradecimiento.

También me estoy acordando ahora de aquellos momentos que me contó una amiga mía que vivió cuando era pequeña. Su madre, junto con otras mujeres, se encargaban de vestir a su Virgen. Ella, con tan poca edad, se sentaba en el banco y movía sus piernas que ni llegaban al suelo mientras veía a estas mujeres dando los últimos retoques al tocado de la imagen en el paso. Más de una vez vio como alguna lágrima caía por el rostro de su madre, algo que antes no comprendía. Ahora es ella la que siente lo mismo que su madre siguiendo la tradición que ésta le inculcó.

Hoy, volví a pasar por la calle Temprado y vi la capilla abierta. No estaba aquel chico al que me hubiera encantado conocer, pero sí pude hallar a los pies de aquella Virgen una nueva rosa con una nota. Esta vez decía: "Ahora mi abuela está allí para darle un beso, pero no los dejes nunca". Leer un mensaje tan diferente no me causó la misma impresión que la primera vez, creo que porque ya he visto tantas muestras de amor tan parecidas, tan cariñosas, tan emocionantes, que mi corazón lo único que hace es alegrarse cuando las vuelve a ver.

Ahora he cogido la costumbre de acercarme todas las mañanas a poner una velita a San Judas Tadeo, que dicen que es muy milagroso (¡Y tanto! porque a veces me cuesta entrar con tanta gente que acude a él) y no pierdo la esperanza de que se cumpla alguna causa que creía imposible. También, en tiempo de Cuaresma he visto a muchas personas acercarse a los templos. Se sientan, oran, hablan con Dios, y se marchan. Personas mayores y jóvenes realizan esta tradición que me parece maravillosa y moralizante. Mi amiga me habla de su gente y de su tan arraigada Fe. Le comenté todo lo que vi y ella me dijo que lo hacían por amor verdadero. Nada más. Intentan buscarle el lado positivo a la vida y agradecen este valioso regalo viviéndola día a día. Consideran que están constantemente aprendiendo de la vida, de sus pros y sus contras. Y por nada del mundo están frustrados, enfadados porque la vida les de la espalda. Buscan otra salida, una solución, la belleza colateral, conectar y seguir adelante.

Veo en ellos la fuerza que vi en los ojos del niño, y siento que son afortunados. Tienen una Fe que les mantiene vitales y eso es lo que me ha inspirado a escribir sobre ellos. Por nada del mundo rompamos este amor tan hermoso que da vida.


Pablo Rodríguez