martes, 17 de febrero de 2015

Tiempo de Cuaresma

    El miércoles de ceniza comienza el tiempo litúrgico de la Cuaresma. Es un tiempo para revisar, reflexionar y enderezar. Es un tiempo de penitencia y renovación interior para preparar la Pascua del Señor. Es un tiempo para acercarnos más al Señor. La Iglesia invita a la conversión del corazón y a las obras de penitencia: confesión, ayuno, abstinencia y limosna.  
La ceniza significa todo lo que queremos quemar de nuestra vida, como nuestro egoísmo y nuestra falta de amor. Al recibir la ceniza hago penitencia por las cosas que no hacemos bien.
En Cuaresma, la Iglesia nos llama a realizar obras de penitencia: abstinencia de carne, ayuno y limosna a los más necesitados. El ayuno y la abstinencia son símbolo y expresión de una renuncia a todo lo que nos impide realizar el proyecto de Dios. La limosna nos enseña a ser desprendido y generoso con los más necesitados. 
      Es tiempo para despegarnos de las cosas materiales, de que abandonemos el pecado y nos acerquemos a la fuente de vida que es Jesucristo. 
      La Cuaresma nos prepara para la Pasión y Muerte de Jesús. Los viernes de Cuaresma nos recuerda el Viernes Santo en el cual Cristo consumó la Redención. 
Representa los 40 días de Jesús en el desierto, tiempo de preparación de los años de predicación que culminan en la Cruz y en la Gloria de la Resurrección; 40 días de oración y penitencia en los que Cristo fue tentado. 
Jesús nos pide humildad; sin humildad no podemos servir a los demás y sin humildad no hay santidad. Jesús no quiere seres engreídos. Si no somos humildes hacemos desgraciado al que nos rodea. La soberbia lo pudre todo, familia, amigos, trabajo. Jesús es el ejemplo supremo de humildad y de entrega a los demás. Nadie sirvió con tanta solicitud a los hombres. Abandonemos nuestra soberbia y egoísmo y llevemos nuestro espíritu y nuestro corazón abierto al que nos rodea. 
“Conviértete y cree en el Evangelio” se nos dice al imponernos la ceniza. De la grandeza del hombre no queda, sin Dios, más que ese montoncito de polvo, en un plato, en el extremo del altar.

Para los cofrades es un grandioso día, porque ya poco queda para vivir de nuevo la Semana Santa, la Pasión y Resurrección y llegar a la Gloria de nuestro Señor.
"Quedan cuarenta días y cuarenta noches, pero qué cuarenta días y qué cuarenta noches" Antonio Burgos. 
 
        


Redacción: J. A. R. Cano
Fotos: Fé verdadera, y Díaz 

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