sábado, 12 de septiembre de 2015

"Mi nombre es más dulce que la miel"

Fue hace poco su Natividad, pero claro, como de costumbre hay que ponerle un nombre a tu bebé cuando nace... Ellos ni le dieron vueltas, se llamará María, que llega a ser "excelsa". Joaquín y Ana se miraban, y se decían "¡pero qué niña más linda, y de dulce pureza!". Pues fue así, y Dios no tuvo ojos para otra joven tan pura, sin pecado, bella entre las mujeres, era la Madre perfecta para su hijo Jesús.

¡Pero qué Dulce Nombre! ¿no? ¡María! Suena a pureza, a dulce, como la miel, te quedas a gusto al decirlo, te emocionas al escucharlo, piensas en el nombre perfecto para tu hija...
Emoción, sinceridad, felicidad, armonía, belleza, todo en un solo nombre.


Pero, ¿qué es el Dulce Nombre para nosotros?, una pureza, una frase de felicidad, te alegra el día, al pronunciarlo las flores se abren, los pájaros cantan, el día se despeja, un buen día soleado. María, la Dulce Nombre, tan dulce o incluso más que la miel, ni siquiera empalagoso, una perfecta armonía de felicidad de júbilo. Para nosotros el dulce nombre da por echo la belleza, "bella entre las mujeres", la mujer más bella de nuestro barrio. Dulce Nombre, signo de pureza, la perfección, una grandiosa belleza, celestial princesa, ¡María, pero qué bello nombre te pusieron! Viernes de Dolores y Martes Santo, Bellavista y San Lorenzo, unidos...


¿Y para los sevillanos? Para nosotros es gloria pura, el Dulce Nombre descansa en San Lorenzo y Bellavista, dos barrios, separados pero unidos por una misma devoción. Para los sevillanos el Dulce Nombre es que nuestra Madre salga bajo palio, con flores y velas, con marchas tras Ella, que mezan su palio como la cuna de un bebé, que Ella sienta lo que sentimos nosotros, que se le quiten las penas viendo a sus hijos rogar, que baje de los Cielos y extienda su bendita mano para besarla...

Bendita locura, ¡Madre, es que tienes bonito hasta el nombre!. María, Reina y Madre, la de Dulce Nombre, que suene bien, que me alegre el día solo con escucharlo, que me entren ganas de gritar MARÍA, y ¡qué orgullo por tener ese nombre, y no me dejes nunca Madre Mía!



V. El Ángel del Señor anunció a María.     
R. Y concibió por obra del Espíritu Santo.
Dios te Salve, María...

V. He aquí la esclava del Señor.                
R. Hágase en mí según tu palabra.            
Dios te Salve, María...

V. Y el verbo se hizo carne.                      
R. Y habitó entre nosotros.                       
Dios te Salve, María...

V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.                            
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Cristo.

Oremos:
Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del Ángel,
hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos por su Pasión
y su Cruz, a la Gloria de la Resurrección. Por Jesucristo nuestro Señor.

Amén


Redacción: Pablo Rodríguez
Fotos: Haretón, Lito Álvarez y Pasión en Sevilla





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